Hoy he aprendido que hay dos posturas diferenciadas ante el tema de la intolerancia, racismo o xenofobia. Por un lado están las personas que opinan que España no es un país intolerante y por otro las personas que piensan que si existe el racismo. El racismo surge por una serie de factores, entre ellos el odio a quien es diferente simplemente por no ser igual que el resto, así como por el propio miedo a quien viene de fuera. Eso es lo que habitualmente entendemos por racismo, si ahora preguntamos en clase quien se identifica con esta postura probablemente nadie alzara la mano ¿por qué? Pues porque en León, como ocurre en muchas otras ciudades de España, no existe la inmigración, es decir, sí que viven en León ciudadanos de otras nacionalidades pero no de la forma brutal e ilegal que existe en ciudades como Madrid. Yo soy madrileña, llevo toda mi vida en Madrid, he crecido con esa ciudad y la conozco bien; cuando era pequeña jugaba en mi barrio, en el parque, con mis amigos de siempre, pero un día, de repente empezaron a llegar personas de Nigeria, Guinea… Era extraño, pues no estábamos acostumbrados a verlos, pero pronto se convirtieron en gente del barrio, como de toda la vida, tenían sus puestos de trabajo y su dedicación era la de cualquier ciudadano, trabajar, pasar todo el tiempo posible con la familia y divertirse. Con ellos las tiendas cambiaron, abrieron nuevos comercios gestionados por si mismos, en las aulas los profesores adaptaron sus clases a los niños, pues algunos tenían serias dificultades en aprender el idioma, etc.
Pasaron los años y aquella gente seguía llegando en avalanchas, la mayoría de ellas ilegales, ya eran más de la mitad de mi barrio. Mas adelante comenzaron a llegar a Madrid personas orientales, abrieron sus comercios, estos vendían de todo, desde productos del hogar como de limpieza, papelería, comida…y a precios de risa, trabajaban sin descanso desde las nueve de la mañana hasta las doce de la noche, de lunes a domingo, por lo que las tiendas del barrio se vieron obligadas a cerrar. Con la llegada de sudamericanos y gentes de Marruecos (de forma ilegal)… los sueldos se abarataron hasta el infinito, creció la delincuencia, el robo, las bandas callejeras comenzaron a existir en Madrid (Latin king, ñetas…).
Trajeron su cultura, nuevos productos en los hipermercados, nuevos libros, música, pero también todo lo anterior, Madrid albergaba a demasiada gente, no había empleo para todo el mundo; el nivel de vida era patético. Por todo esto las personas de Madrid, que hemos conocido un Madrid distinto nos sentimos mas intolerantes, lo cierto es que la gente no lo reconoce, todo el mundo afirma: “yo no soy racista”, pero nadie quiere tener de vecinos a veinte ecuatorianos ilegales en una misma casa, nadie quiere ver como se pierde un empleo gracias a que un “sin papeles” cobra mucho menos que uno que si los tiene.
Cuando uno ha conocido una ciudad distinta y mejor a la que conoce ahora se vuelve intolerante por pura rabia. Es injusto, cruel y déspota quejarse de gente que no posee medios suficientes para sobrevivir pero el gobierno debería poner trabas a la inmigración sin papeles pues ciudades como Madrid están desbordadas.
Por eso, en mi opinión los jóvenes de aquí, de León, que no han conocido otra realidad se sienten tolerantes, y lo son, ellos viven aun como yo vivía hace años.
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